Título: La vida al límite

Publicación: BrotaConsult

Autor: Carla García

Fecha: 29 de Marzo 2022

“Los límites de los ecosistemas son zonas donde se encuentran los opuestos, donde el miedo se encuentra con el coraje y el sufrimiento se encuentra con la libertad”. Joan Halifax

La maestra budista Joan Halifax describe como en el mundo natural los ecosistemas se expanden desde sus fronteras, tendiendo a albergar una mayor diversidad de vida, y compara esta mirada con el funcionamiento de nuestra mente, donde existen estados amigables y terrenos peligrosos, ambos incrustados en el sistema mayor de nuestro carácter.

Es por lo tanto importante estudiar nuestra ecología interna para que podamos reconocer cuándo estamos tocando esos límites, donde podemos resbalarnos y pasar de la salud a la patología, y para que, en caso de caernos en las regiones menos habitadas de nuestras mentes, podamos aprender de esos terrenos peligrosos.

“Los límites de los ecosistemas son zonas donde se encuentran los opuestos, donde el miedo se encuentra con el coraje y el sufrimiento se encuentra con la libertad” (Halifax, 2018). El suelo sólido termina en una cara de acantilado y es donde podemos ganar un punto de vista mayor, pero necesitamos mantener una gran consciencia plena o corremos peligro de caer.

Halifax explica como nuestro viaje a través de la vida es tanto de peligro, como de posibilidad, y muchas veces ambos a la vez. Entonces surge la pregunta, ¿cómo podemos pararnos en el umbral entre el sufrimiento y la libertad, y permanecer informados sobre ambos mundos? Con nuestra inclinación hacia la dualidad, los humanos tendemos a identificar solo uno de los dos mundos, la certeza del sufrimiento o la liberación de él. Sin embargo, esta tendencia no es útil porque excluye cualquier parte del paisaje más amplio de nuestras vidas y reduce el territorio de nuestra comprensión.

Una clave es el aprendizaje que hemos ganado de las experiencias de vida, especialmente de las luchas y fracasos, porque nos abre la perspectiva y somos capaces de visualizar el valor la vista completa, sin rechazar o negar lo que nos ha sido dado. También aprendemos que nuestra rebeldía, dificultades y crisis no son obstáculos terminales, es más pueden ser puertas hacia paisajes internos y externos más grandes y enriquecidos. Si investigamos nuestras dificultades con consciencia, podemos conectarlas con una visión de la realidad que sea más valiente, inclusiva, emergente y sabia.

Los estados limítrofes

Existen cinco cualidades internas e interpersonales que son claves para una vida más compasiva y valiente, y sin las cuales no seríamos útiles o podríamos sobrevivir. Sin embargo, si estos preciosos recursos se deterioran, pueden manifestarse como paisajes peligrosos, por eso estas cualidades bivalentes son llamadas “estados limítrofes”.

Los estados limítrofes son el altruismo, la empatía, la integridad, el respeto y el compromiso; patrimonios de la mente y el corazón que ejemplifican cuidado, conexión, virtud y fuerza. Empero podemos perdernos en cualquiera de estas cualidades y deslizarnos en un fango de sufrimiento, y esto sucede cuando traspasamos los límites. Es lo que ocurre cuando el altruismo se vuelve tóxico, la empatía conduce a la angustia empática, el respeto colapsa bajo el peso de la sensibilidad y la futilidad y se convierte en falta de respeto con una pérdida de integridad, y el compromiso conduce al burnout.

La clave es la compasión

Cuando caemos en el límite, la compasión es el camino para salir del pantano. Y cuando aprendemos a reconocer el límite de estas cualidades, somos capaces de mirar un paisaje abundante en sabiduría, ternura y bondad. Es con la compasión que desarrollamos la fuerza para pararnos en el borde y ampliar nuestra mirada, incluyendo todos los lados de la ecuación de la vida, nosotros y los demás. La compasión es el camino del equilibrio entre las fuerzas opuestas y cómo encontramos la libertad en el límite.

“Hoy descubrimos que la alquimia del sufrimiento y la compasión produce el oro de nuestro carácter, el oro de nuestros corazones” Joan Halifax.